Entre las cualidades humanas podemos citar al "Perfeccionismo", caracterizada como propia de aquellas personas que tienen un Alto Nivel de Exigencia en todo lo que hacen, esto es, que les gusta hacer las cosas muy bien, sea en el ámbito profesional, personal o social.
Ahora bien, esta cualidad que a priori puede ser vista como "positiva" al rozar la excelencia en la ejecución de tareas, desarrollo de trabajos, organización y desarrollo personal, ¿Es realmente "positiva" para la persona o tiene una gran carga negativa para la misma?; pues de cara a la sociedad, por ejemplo: a que empresario o empresaria no le gusta contar entre sus trabajadores y trabajadoras con gente así, bien organizada, disciplinada y que persiguen la perfección en todo lo que hacen, o a que profesor o profesora no le gusta tener alumnos y alumnas de "matrícula de honor".
Podemos concluir que son personas necesarias para el progreso, evolución y desarrollo de nuestras sociedades, pero yo en esta reflexión quiero situar el foco de atención en lo que para estas personas supone a nivel personal el ser así, y es que el tener un Alto Nivel de Exigencia en todo lo que hacen, llevado al extremo les puede generar una presión y un desequilibrio emocional muy importantes, llegando en ocasiones a desembocar en cuadros de ansiedad, sobre todo cuando no consiguen el "Alto Objetivo" que o bien se habían marcado para sí mismas o bien les había marcado la sociedad en base a los resultados o expectativas previas.
Todos conocemos a alguien así, por ejemplo alumnos y alumnas de sobresaliente que si al afrontar un examen obtienen una nota de un "7-Siete" para ellos y ellas es traumático. O por ejemplo deportistas con unas marcas excepcionales en sus disciplinas que, cuando no consiguen mejorarlas pueden llegar a frustrarse y lo pasan verdaderamente mal. Esto último los deportistas de élite lo saben bien, pues que cruel es también la sociedad con ellos en sus críticas si no consiguen "ganar" en una competición cuando nos tienen "acostumbrados" a que "siempre sea así".
Todos nosotros debemos ser capaces de entender la presión que estas personas pueden llegar a soportar en determinados momentos de sus vidas. Si eres una persona perfeccionista lo sabes bien, cuan necesario es que todos aprendamos a gestionar bien nuestras emociones y nuestro nivel de exigencia, siendo capaces de adaptarlo a la situación personal concreta en la que nos encontremos cada uno. Del mismo modo, también debemos ser capaces de no juzgar a otros cuando no cumplan las expectativas creadas en su ámbito específico concreto, sea en el deporte, en la empresa, familia, etc.
Somos humanos, no perfectos, bien es cierto que el Alto Nivel de Exigencia es un rasgo de la personalidad, uno es así y difícilmente puede evitarlo, lo importante como he indicado antes es que sea capaz de gestionar esta "cualidad" de una manera correcta y "positiva" para su vida y para la de los demás, rentabilizando los aspectos "positivos" y reduciendo o controlando los "negativos".
Gran artículo, Juan Ramón. Por mi parte, para no alargarnos en los tiempos de nuestro trabajo, siempre recuerdo a Voltaire que nos decía que "lo perfecto es enemigo de lo bueno".
ResponderEliminar