¿No os resulta curioso?, ¡cualquier persona de cualquier parte del mundo!, independientemente de su cultura, religión, idioma, etc. Y es que si nos fijamos en estas características "adquiridas" según nuestro lugar de nacimiento, podemos decir que los seres humanos somos muy diferentes, pero estas son solamente características y rasgos externos.
Sin embargo, si nos paramos a mirar al ser humano un poquito más al interior, a su psique, a su ser profundo y real, nos sorprenderá lo parecidos que podemos llegar a ser, que somos realmente. Pues si no todos, una inmensa mayoría no deseamos otra cosa en la vida que ser felices, a ser posible disfrutando de buena salud y sin carencias importantes, ¡casi nada!.
En esencia todos somos iguales, con nuestros anhelos, deseos y preocupaciones, y vivimos nuestras vidas de forma general "como podemos", esto es, que no siempre vivimos "como queremos". Todos hemos de adaptarnos al medio que nos rodea, a una sociedad y cultura determinadas como dije antes, por nuestro lugar de nacimiento.
Miremos por tanto a nuestro interior, a nuestra esencia, allí quizás encontremos la partícula de la felicidad.
Y cuando entremos en contacto con otras personas, tengamos presente que a todos nos mueve lo mismo, por muy diferentes que podamos parecer, nuestro ser interno es similar, somos seres con fortalezas y debilidades parecidas, nuestro origen es común, somos más hermanos de lo que pudiéramos creer.
¡Todos somos ramas de un mismo árbol!
No hay comentarios:
Publicar un comentario