Una escapada inesperada, realizada de manera un tanto improvisada, de esas en las que no te generas unas grandes expectativas, puede acabar siendo la experiencia de tu vida.
Sabes a dónde vas y a grandes rasgos lo que quieres hacer, pero no controlas lo que te vas a encontrar, el tiempo que va a hacer y las cosas que vas a ver.
Y es aquí, en lo que no controlas,
donde puedes descubrir algo maravilloso.
Llegas bien al destino y observas que el buen tiempo te acompaña, puedes pasear disfrutando del entorno, compruebas que el paisaje y la arquitectura se fusionan plenamente, tomas consciencia de ello y te reconforta, agradeces encontrarte en ese momento en ese lugar.
Tras visitar los exteriores y alrededores del recinto amurallado, decides acceder a su interior, aquí comienza la aventura para tus sentidos, por lo inesperado de lo que estás a punto de admirar.
Obras de arte de un valor incalculable en forma de arquitectura, pintura, tapices, y lo más importante si cabe, entras en contacto con una parte destacada de la historia de tu país, de la humanidad.
Tu mente se activa sin remedio, no para de llegarle información, ha salido de su zona de confort y eso te gusta, te sorprendes por lo que estás descubriendo y el aprendizaje está siendo valioso y continuo.
Nunca hubieras imaginado todo lo que tus sentidos están experimentando, una escapada inesperada que dejará en ti unos recuerdos imborrables.
Y es eso, una escapada, pues en ocasiones no necesitamos viajar lejos para descubrir lugares sorprendentes, éstos están más cerca de lo que pensamos, tan solo necesitamos las ganas y el impulso necesario para acercarnos a conocerlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario