Gustavo, al igual que infinidad de personas, nunca tuvo claro lo que hacer con su vida, ya de niño en el colegio no sabía si apuntarse al equipo de fútbol o al de baloncesto (se apuntó a los dos).
Al finalizar la Enseñanza Secundaria no sabía si continuar estudiando o buscar trabajo (continuó estudiando hasta que encontró trabajo).
Ya adulto retomó sus estudios compatibilizándolos con su trabajo.
Podemos decir que la duda formaba parte de su cotidianidad, pero así era él, le costaba tomar decisiones y muchas veces la decisión ante una dualidad era elegir ambas, pero esta "solución" poco a poco lo iba abrumando al sobrecargar excesivamente su agenda.
Con la madurez fue aprendiendo a relajarse y tomarse las cosas con tranquilidad.
Gustavo cambió su enfoque y ante las tomas de decisiones que se le presentaban comenzó a preguntarse: "¿Qué es lo que no quiero hacer?", "¿Hacia dónde no quiero dirigirme?".
Esta manera de afrontar sus dudas le ayudó mucho, comenzó a tener claro lo que le molestaba y lo que no le gustaba y eso despejaba su horizonte, así Gustavo pudo recuperar el control de su vida, su brújula comenzó a funcionar y dejó de sentirse perdido.