¡Es curiosos!, a lo largo de la vida de una persona, la sucesión de etapas que ésta experimenta. Por regla general son las siguientes:
- Infancia.- Inocencia y fantasía.
- Adolescencia.- Rebeldía ante todo y todos.
- Juventud.- Ilusión por crecer y triunfar.
- Madurez.- Aceptación de la realidad o resignación.
- Senectud.- Confianza en que todo pasa.
Para los niños la vida es un juego, es magia y fantasía, para ellos todo es posible, Papá Noel y los Reyes Mayos sus mayores héroes (aparte de su Mamá y Papá por supuesto).
En la adolescencia la cosa cambia, se centran en sí mismos, quieren su independencia y se rebelan contra las normas que les imponen sus mayores o la sociedad.
Durante la juventud finalizan sus estudios e intentan acceder al mercado de trabajo, y todo con una energía desbordante y una ilusión continuada en cuanto a proyectos a realizar y objetivos por alcanzar.
En la madurez algunos habrán logrado sus metas, una minoría, pero al grueso de esta población no le queda otra que aceptar la "cruda realidad", o resignarse ante ella, pues muchos de sus sueños no se alcanzaron y su lucha para primero conseguir y después mantener lo que tienen es constante. Puede que para estas personas la vida a los 50 años de edad no sea como se la habían imaginado cuando tenían 25.
Para los más mayores el enfoque cambia, pues son capaces de relativizar la importancia de las cosas y atribuir a cada una su justo valor, sabedores y confiados en que en esta vida todo, tanto lo bueno como lo malo, pasa. Este pensamiento les lleva a intentar sacar lo mejor de cada día.
Este es un análisis escueto a la vez que ilustrativo de las diferentes fases vitales que todos viviremos, confiemos que lleguemos a la última y podamos experimentarlas todas, señal de que seguiremos estando vivos.