"No todo aquel que me mira
puede verme, ni todo el que
cree conocerme sabe quién soy"
Gumersindo Correas, avezado científico centrado en el campo de la mente, tras más de 20 años de carrera profesional ha llegado al límite. Su obsesión por el estudio de la mente humana y su comportamiento, y su todavía incomprensión sobre la misma lo han llevado al agotamiento psicológico.
Tantos años de estudio y experimentación y la única conclusión plausible a la que ha llegado ha sido la extraordinaria complejidad de la mente humana, del cerebro como director con sus múltiples conexiones neuronales, inabarcables a su vez para su propia mente, limitada ésta para la comprensión profunda y real del funcionamiento de la misma.
No puede más, abandona su objeto de estudio precisamente por su salud mental.
"Tanto va el cántaro a la fuente que acaba rompiéndose" dice un dicho popular, y eso es lo que le ha pasado a Gumersindo, ahora es él el que necesita ayuda.
Su terapeuta le ha prescrito, como parte de su recuperación, que en la medida de lo posible, evite pensar y se aleje de los cuestionamientos trascendentales que su mente pueda plantearle.
Calma y ralentización en su actuación, ese es el tratamiento. Gumersindo, le dijo, "procura que en tu vida, a partir de ahora, lo que imperen sean las velocidades lentas, procura hacer las cosas pausadamente". Y es que como bien dice otro dicho popular "Sin prisa pero sin pausa" o este otro "Vísteme despacio que tengo prisa".
Pues, al ralentizar nuestra manera de hacer las cosas, nuestra mente con ello también se ralentiza, se relaja, y nuestro nivel de estrés consecuentemente se reduce considerablemente.
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