Nuestros miedos y temores acechan en las sombras del anochecer cautivo que devora nuestras almas.
La luz del alba nos recompone, aclara nuestras mentes y nos anima a seguir, un día nuevo para continuar transitando la senda de nuestro destino.
Más, al atardecer, nuevamente la luz se torna oscuridad y hemos de prepararnos para un nuevo asedio, en soledad nuestras mentes hierven y nos atormentan haciendo aflorar nuestra fragilidad y debilidades.
Y así, el ciclo noche y día se repite incansable, y nosotros aguantamos la embestida del ocaso pensando que la luz volverá nuevamente al amanecer.
Y así, en un ciclo infinito de oscuridad y luz, de temores e ilusiones, miedos, valor y audacia, que en equilibrio evitan que nos rindamos y nos demos por vencidos, transcurren nuestras vidas.
Apasionadas unas, agotadoras otras, todas discurren hacia la certeza que a todo ser vivo nos iguala, la muerte, el verdadero ocaso de nuestro ser físico, la noche más larga para cada uno de nosotros.
Busquemos pues, ese equilibrio necesario para que en nuestras vidas podamos derrotar a las sombras, siendo capaces de disfrutar de las luces que puedan iluminarnos, hasta la llegada del ocaso definitivo de la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario