Cuenta la leyenda que, en tiempo de Dragones, para los moradores de las tierras altas, el peligro era continuo y la devastación de poblados y cultivos una realidad muy dura y cruel.
El Gobernador organizaba con frecuencia batidas de caza para acabar con los Dragones que habitaban próximos a su territorio, pero estas expediciones normalmente o no logaban localizar a ningún Dragón o bien sufrían pérdidas tras los enfrentamientos con los mismos.
La población estaba exhausta, hambrienta y enferma ante la ferocidad que mostraban los Dragones en la defensa de su territorio y es que, por cada Dragón caído se contaban por cientos los cazadores que sucumbían a su poder.
Ante la trágica situación planteada, el pueblo buscó consejo y ayuda en el sabio de la comarca, un anciano que vivía alejado de la aldea, ocupado en la meditación y el buen uso de los recursos que la naturaleza ponía a su disposición.
- ¿Qué podemos hacer para acabar con los Dragones?, preguntaron al anciano.
- Pregunta mal planteada les indicó éste, la pregunta acertada es ¿Qué podemos hacer para que los Dragones no nos ataquen y podamos vivir tranquilos?
- ¿Y bien?, díganos entonces como proceder.
- Muy bien, sed conscientes que nunca podréis acabar con aquellos que defienden su territorio, su hogar, por lo tanto, no los molestéis y ellos no os molestarán a vosotros.
- Pero, nuestro Gobernador nos obliga a organizar batidas de caza para acabar con ellos.
- Pues entonces, deponed al gobernador de su cargo y nombrad para el mismo a alguien más comprensivo y honrado, que entienda que no se puede acabar con aquél que defiende su territorio, su casa, a su familia.
El pueblo hizo caso al anciano, se levantó contra el Gobernador, lo destituyeron y nombraron a uno nuevo, más comprensivo y respetuoso para con su pueblo y para con los Dragones, ordenó respetar el territorio de los Dragones y éstos dejaron de atacarles.
La prosperidad volvió a las tierras altas y los Dragones al fin
vivieron tranquilos en su territorio y hogar.
What the fake!!.....😲😲
ResponderEliminarAsí es
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