Néstor siempre fue un niño inquieto y aventurero, al que le gustaba salir al campo y a la naturaleza a "explorar", disfrutaba cuando iba con su padre los domingos a la sierra de caminata para ver el cielo de cerca y la tierra desde lo alto, como él decía.
A medida que crecía su pasión por la aventura y por viajar se fue incrementando, lo que no sabía es que pronto tendría que enfrentarse a una aventura increíble por extraordinaria y extraña, es ésta:
A sus 35 años, Néstor comenzó un nuevo viaje, esta vez quería conocer el Monte Olimpo en Grecia, la que según la mitología griega fuera morada de los dioses, presididos por Zeus.
Ya en plena ascensión, con una energía y vitalidad arrolladoras, Néstor disfrutaba de lo que veía, y más importante, de lo que sentía, y en ocasiones tomaba notas en una libreta que siempre llevaba con él.
Más, en el momento en el que el sol estaba en todo lo alto, Néstor vislumbró algo extraño en una pared de roca, tan extraño que decidió aproximarse "será el reflejo del sol en la roca", se decía, pero a medida que se acercaba ese efecto no desaparecía, se apreciaba una cortina translúcida en movimiento.
Delante de la pared, Néstor no pudo resistir la tentación de acercar su bastón, su sorpresa fue mayúscula al comprobar que el bastón atravesaba la cortina sin resistencia.
Primero el bastón, luego su mano, brazo y todo él atravesaron la cortina de luz y desapareció, acababa de cruzar un portal interdimensional. ¿A dónde fue?, ¿al pasado, al futuro, a un Universo paralelo, a otros mundos?.
De momento no podemos responder a estas preguntas porque Néstor "el viajero" no ha regresado.
Que sea el lector el que dé un final a esta historia que aquí os relato. O tal vez en una próxima entrada sea yo el que os narre la grandiosa aventura interdimensional vivida por Néstor.
P.D. Para aquellos que os habéis quedado con ganas de más, el desenlace de esta sorprendente historia lo tenéis a continuación:
Yo quiero futuro, el pasado ya paso …. Que bueno
ResponderEliminarPues yo, sin duda, prefiero un poquito de pasado para tener la oportunidad de conocer, disfrutar, y sobre todo de despedir y aceptar lo que no tuve la oportunidad de hacer por el desconocimiento de lo que vendría tan demasiado pronto.
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