¡Hoy os voy a contar una historia!, la cual comienza un verano. Enrique acaba de finalizar sus estudios de Secundaria de forma notable, siempre ha sido muy ordenado y responsable, pero en este momento duda, pues no sabe si continuar estudios de Formación Profesional o dejar los estudios de manera definitiva para buscar un trabajo, tiene 16 años y muchas ganas de trabajar.
Llega el momento de tomar una decisión, ya que el plazo para formalizar la matricula en el Instituto finaliza mañana, sus padres le dan libertad para que sea él el que decida, y lo hace, finalmente se matricula para continuar estudios y siente que es la decisión más importante que ha tomado en su vida.
Durante dos cursos académicos más se forma y aprende un oficio, lo que le abre las puertas de su primer trabajo, ahora con 18 años cumplidos trabaja y comienza a acumular experiencia profesional, pasan los años y Enrique piensa que aunque es un buen Técnico se considera en cierto modo "estancado", en su empresa cada vez le exigen mayores responsabilidades, sin embargo nunca lo promocionan.
Nuevamente comienzan sus dudas, ¿qué hago ahora?, otra importante decisión tiene que tomar, y lo vuelve a hacer, decide continuar en su puesto de trabajo al tiempo que, con muchísimo sacrificio, lo compagina de nuevo con los estudios, se matricula a distancia para especializarse aún más en su profesión, los conocimientos ya los tiene por su experiencia profesional pero la promoción no llega porque no tiene la titulación académica superior que se le exige para ello.
Tras mucho sacrificio Enrique finaliza sus estudios de especialización, ahora con 34 años cumplidos y una gran fuerza de voluntad demostrada intenta promocionar de nuevo en su empresa, en la que él se siente a gusto, pero cuál es su sorpresa cuando nuevamente le niegan el ascenso, "por la situación coyuntural del sector" le dicen, "debido a la crisis económica", excusas de la patronal puesto que Enrique continúa trabajando 50 horas a la semana sin parar.
Ahora, dolido y defraudado, Enrique vuelve a decidir, nunca antes había contemplado esta posibilidad, pero comienza a presentarse a ofertas de empleo de otras empresas y, tras pasar varias entrevistas le ofrecen la posibilidad de contratarlo en la categoría profesional acorde a su experiencia y titulación, la promoción por la que había estado luchando tantos años. Enrique acepta el reto, pues no ha sido fácil, ya tiene 39 años, pero sus ganas de trabajar y crecer siguen como cuando tenía 16.
Comunica su decisión de dejar su "empresa de toda la vida" ante el asombro de sus jefes y compañeros, los cuáles le dicen frases como: "¿Pero por qué te vas?", "¿si tú lo controlas todo aquí?, etc.
Enrique ahora lo tiene claro y les contesta: "he estado aquí durante 21 años y no me habéis promocionado, incluso reuniendo todos los requisitos, tanto los académicos como los profesionales. Vosotros me conocéis desde que era un adolescente y nunca habéis tenido en cuenta mis necesidades, y mucho menos mis sentimientos e inquietudes, y ahora una empresa de fuera es capaz de valorarme sin conocerme, sólo con unas entrevistas y mi currículum, es por ello que esta empresa se merece una oportunidad, yo promocionaré y con mi entusiasmo e ilusión renovados contribuiré a hacerla crecer".
Enrique se marcho, inicio su nueva andadura profesional y triunfó.
MORALEJA.- No hemos de aferrarnos a lo que tenemos
sino más bien estar en continua evolución y crecimiento para,
llegado el momento del cambio, aprovecharlo sin miedo.
Y ahora, a continuación os dejo un enlace a una entrada que publiqué en septiembre de 2017, la cual tiene relación con el tema tratado esta semana, si no la leísteis en su momento, adelante, es hora de disfrutarla, y si ya la leísteis no viene mal recordarla: