"El dolor es inevitable,
el sufrimiento es opcional"
Buda
El Tiempo, ese gran sabio "incontrolable" para nosotros, pues ¿quién no ha escuchado en ocasiones que "El tiempo siempre pone cada cosa en su lugar"?. Este es el punto de partida del viaje al que os invito con la entrada de esta semana, para iniciarlo os recomiendo que reflexionéis sobre vuestra relación con el tiempo, ¿es positiva o negativa?, yo os animo a que procuréis haceros amigos del tiempo y confiar en él, para ello hoy os traslado un cuento milenario a modo de ejemplo de lo que os digo, vamos sin más dilación con esta bonita historia:
Había una vez un campesino que vivía con su hijo. Tenían un caballo que les ayudaba en las labores del campo. Un día, como cualquier otro, de pronto el caballo desapareció, se había escapado.
Un vecino que vivía en un campo cercano, les visitó y les fue a consolar:
- ¡Qué mala suerte! se les ha escapado el caballo, ahora ¿qué harán para trabajar la tierra?
Pero el campesino sabio le respondió:
- ¿Buena suerte? ¿Mala suerte?, ¡Quién lo sabe!. Lo cierto, hoy aquí, es que se nos ha escapado el caballo. Lo demás, el tiempo lo dirá.
Tras unos días, el campesino y su hijo vieron entrar en su campo a su caballo, pero para su sorpresa, volvía seguido de una yegua.
El vecino, nuevamente fue a su casa, tras ver regresar al caballo acompañado, y le felicitó por tan buena suerte.
- Esto sí que es buena suerte, tenías un caballo perdido y ahora no solo ha regresado sino que además tienes una yegua.
A lo que el campesino sabio, como en la ocasión anterior, le respondió:
- ¿Buena suerte? ¿Mala suerte?, ¡Quién lo sabe!. Lo cierto, hoy aquí, es que el caballo ha regresado con una yegua. Lo demás el tiempo lo dirá.
En los días siguientes, mientras el hijo del campesino estaba intentado domar a la yegua salvaje, cayó al suelo y se rompió una pierna. Tan pronto como lo llevaron al médico para curarle éste le comunicó al campesino sabio que su hijo quedaría cojo.
Nuevamente, el vecino, al ver regresar al campesino y a su hijo, se acercó a su casa para consolarlo por tan mala suerte, a lo que el campesino respondió como en las anteriores ocasiones:
- ¿Buena suerte? ¿Mala suerte?, ¡Quién lo sabe!. Lo cierto, hoy aquí, es que mi hijo se ha roto una pierna. Lo demás, el tiempo lo dirá.
Pasado algún tiempo, la región donde vivían entró en guerra y un buen día, un grupo de guerreros se presentaron en cada una de las casas a reclutar obligatoriamente a los jóvenes del pueblo. Al llegar al campo del campesino sabio y su hijo, se dieron cuenta que el hijo estaba cojo de una pierna y le dijeron:
-¿Qué te ocurre en esa pierna?
-A lo que el muchacho contestó: Me la he roto mientras estaba domando a una yegua, no puedo correr y nunca más caminaré sin cojear.
-¡Así no nos sirves!, dijeron los soldados y se marcharon para seguir reclutando a los hijos de todos los vecinos.
Cuando se hubieron ido, el campesino sabio le dijo a su hijo:
- ¿Entiendes ahora porqué tantas veces he dicho que el tiempo lo dirá, hijo mío?, los hechos que nos suceden en la vida no son, en sí mismos, ni buenos ni malos. Puede que algo que al principio pareciera bueno, acabe dando lugar a otro suceso que nos parezca malo, y así sucesivamente. No sufras por lo que sucede. Lo que nos genera dolor es la opinión que tenemos de lo que nos ocurre. No tengas prisa, espera a ver como cada situación afecta tu futuro. Un día, con tu pierna rota, ante el médico la maldijiste y ahora gracias a la buena suerte de rompértela has evitado la guerra y quizás hasta la muerte.
Dicho lo anterior, y según reza la frase de cabecera de Buda, cuando nos sucedan cosas negativas es inevitable que sintamos dolor, pero si tenemos en cuenta las enseñanzas de la historia del campesino sabio y su hijo es muy probable que evitemos un sufrimiento innecesario, no olvidándonos nunca de que:
¡ EL TIEMPO DIRÁ !