Desesperanza, desasosiego, agobio, todo junto en un cóctel peligroso.
Sensaciones, sentimientos y emociones negativas que brotan de la mente sin descanso.
Y tú, sin saber que más hacer, cuando ya lo has dado todo y la solución se antoja huidiza, esquiva y lejana, sientes que tus fuerzas te abandonan, o más bien se agotan.
Y la vida sigue, los días se suceden y no encuentras salida, la fe y la esperanza se debilitan, el futuro se vislumbra oscuro cuando llevas mucho tiempo caminando por el desfiladero de la angustia.
Al borde del colapso tan solo queda la entrega, la rendición, y decides dejar de luchar, algunos a esto lo llaman "aceptar" al ser una palabra "positiva", pero para el que lo vive no es otra cosa que una rendición sin condiciones, simplemente dejas de luchar, tan solo te interesa que se sucedan los días de la mejor manera posible, el futuro ha pasado a un segundo plano, ya no haces planes que no sabes si podrás cumplir, simplemente vives de hoy a mañana, intentando que el dolor sea lo más llevadero posible.
Cada día, para salir a la calle, pones tu mejor cara, a los conocidos los saludas y das buenas palabras, mientras por dentro te resquebrajas.
Nadie sabemos las circunstancias de nadie, cada uno tenemos las nuestras y aunque al exterior se pueda dar una imagen de fortaleza, de "Muralla de un Castillo inquebrantable", al interior tal vez nos estemos hundiendo en "Arenas Movedizas".
Y en ocasiones te preguntas: ¿Cuándo acabará este camino al Calvario?, y sigues caminando.
Dedicado a todas aquellas personas que en algún momento de sus vidas se han levantado cansadas y agobiadas, dejaron de luchar pero se mantuvieron en pie.