Lo mejor que una persona puede hacer para superar y afrontar los obstáculos que se le presenten en la vida es fluir.
Fluir, remar a favor de la corriente, aceptar lo que venga sin oponer resistencia, si aquello de que se trate tiene solución no preocuparse y acometer la misma, y si no la tiene pues igualmente no preocuparse, ya que no puedes hacer nada al respecto.
Bonitas palabras sobre el papel pero uno no puede evitar, ante los sinsabores de la vida, en primer lugar sufrir un ¡shock!, para a continuación experimentar un incremento del nivel de estrés y la ansiedad ante el evento disruptivo imprevisto.
Y es en este momento, antes de que toda la situación te desborde, cuando tienes que tener la fuerza y la fortaleza necesarias para parar, tomarte unos minutos para encajar el golpe intentando recuperar la calma mediante la respiración profunda.
Aquello de que se trate ya ha sucedido, por lo que si logras mantener la calma y recuperarte del mazazo recibido lograrás tener una panorámica más amplia del problema en cuestión y podrás decidir cómo acometer los siguientes pasos que tendrás que dar, teniendo en cuenta que las mejores decisiones se tomarán desde una posición de serenidad.
Esto es fluir, ser capaz de ante situaciones críticas, pensar, controlar los nervios y mantener el estrés y la ansiedad a raya para afrontar de la mejor manera posible aquello a lo que te enfrentes.
La resistencia y la negación no serán de ayuda en estos casos, sino todo lo contrario, causarán en ti una mayor inestabilidad, alejándote de la lucidez necesaria para enfrentarte a la situación que sea.
Aprender a fluir es aprender a relativizar, aceptando lo que te suceda para poder afrontarlo desde la calma y la serenidad y no desde la histeria y la ansiedad, adquiriendo aquí un papel fundamental la respiración, pues si logras controlar tu respiración lograrás controlar tu cuerpo y tu mente, y con ello estarás evitando males mayores tanto a tu organismo, como en cuanto a las decisiones que tengas que tomar.
y se puede aprender!