Demócrito (460-370 a. C.), filósofo griego al que los historiadores (aunque fue contemporáneo de Sócrates) encuadran en la corriente de los presocráticos, fue precursor de cínicos, estoicos y epicúreos, pensaba que: "puesto que es muy difícil o imposible la solución de los problemas sociales, hay que buscar la felicidad de forma individual".
En relación a la felicidad mantenía que: "el fin de la vida es la serenidad de ánimo, aquello con lo que se mantiene el alma en calma y en equilibrio, sin sufrir ninguna perturbación por miedo o superstición o por algún otro sentimiento". Lo llamaba también "bienestar".
Han pasado muchos años desde que Demócrito nos dejó, pero esta definición de lo que es la felicidad considero que es la más acertada de cuantas se han hecho y su vigencia por tanto esta de plena actualidad y es atemporal.
Serenidad de ánimo, algo difícil de alcanzar, pero muy necesario, y que no se encuentra ni en la fama, el dinero, el éxito o el placer, sino en el interior de cada individuo, y es allí donde cada uno de nosotros debemos mirar, profundizar y buscar nuestra felicidad, en ningún otro lugar se encuentra.
Por una reflexión profunda y sabia que nos acerque a ella
ayudándonos a mantener el alma en calma.