No hay mejor actividad para lograr el equilibrio cuerpo-mente que una buena caminata a primera hora de la mañana al menos una vez en semana, sobre todo si ésta se lleva a cabo a las afueras de nuestros pueblos y ciudades, en plena naturaleza, pues la oxigenación de nuestros pulmones es óptima y nuestro cerebro se expande ante la belleza de los paisajes que nuestros ojos contemplan.
Observar la salida del sol sobre el campo escarchado enriquece nuestros sentidos y nos anima a continuar con la caminata a pesar del frío.
Disfrutando de la luz y los contrastes de colores nuestra mente se relaja.
Varios años llevo ya practicando senderismo, normalmente por los mismos caminos, pero cada caminata siempre es diferente, el paisaje puede ser el mismo pero no lo son ni las circunstancias del senderista ni la luz y los tonos con los que ese día concreto la naturaleza te va a sorprender, como esta imagen de la niebla suspendida, flotando ligera a ras de suelo, con los Molinos de viento al fondo:
Tras dos horas de caminata uno vuelve a casa con las "pilas cargadas", mucho más sereno y templado que cuando salió, me atrevería a decir que con un enfoque más optimista de la vida, con mayor ilusión y positividad para afrontar los siguientes días.
Todos vivimos cerca de un entorno natural bonito y maravilloso, pero no todos lo han transitado, muchos no lo conocen e incluso piensan que éste es hostil, árido, feo, cuando ni siquiera se han acercado a contemplarlo.
Yo los animo a visitarlo con calma, sin prisas, fijándose en los pequeños detalles como el olor a tierra recién arada, en los contrastes de luz y colores que el paisaje les ofrece, desde el cielo azul a la forma de las nubes.
Lo importante aquí es ralentizar el ritmo habitual de vida y mientras caminan que sean capaces de focalizar su atención en contemplar y observar su entorno más natural, esto sin duda los revitalizará.
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