Al filósofo chino Lao Tsé se le atribuye la autoría del que quizás sea el libro más antiguo de la literatura china, escrito en torno al s. VI a.C., con él se inicia como fuente histórica, la doctrina Taoísta.
En relación a los gobernantes y el gobierno, en su artículo XVII dice:
Cuando gobierna alguien muy grande y sabio
su gobierno pasa casi desapercibido por el pueblo.
Al que no lo es tanto, le aman y le elogian,
al que menos, le temen;
al de inferiores cualidades lo cubren de improperios.
Si el gobernante no tiene palabra, nadie le tendrá confianza.
El buen gobernante es prudente, mide en extremo sus palabras.
Remata con éxito su obra.
Entonces el pueblo llano dice:
Estamos en armonía con la Naturaleza.
De igual modo y siguiendo con el hilo del artículo anterior, en el artículo XXIV dice:
Quienes andan de puntillas, no permanecen mucho tiempo de pie.
Quienes mantienen las piernas rectas, no avanzan.
Quienes pretenden brillar por sí mismos, no están iluminados.
Quienes pretenden ser alguien, no alcanzan nada.
Aquellos que se vanaglorian, no obtienen gloria.
Son como basura y desechos para el Tao
y son aborrecidos por todos.
Por ello: quienes conocen el Tao, no se conducen así.
Dos artículos con más de 26 siglos de antigüedad, sabiduría milenaria que describe muy bien el mundo actual y a sus gobernantes.
Sin duda que merecen una reflexión profunda y dan mucho que pensar.
Para ampliar información sobre esta filosofía oriental, puedes hacerlo pinchando en los enlaces que relaciono a continuación, y que publiqué en este blog hace unos años:
EL PODER DEL TAO. PARTE PRIMERA
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