Una tarde de Otoño sin saber que hacer, en la calle la fuerza del viento es notable. A través de la ventana mi mirada se pierde, pasando de un estado de aburrimiento a otro digamos de nostalgia. Mis pensamientos fluyen difusos entre la apatía y el desconcierto, me gusta definir mi situación afirmando que "estoy como el día", esto es: inestable y cambiante (¿Quién no se ha sentido así alguna vez?).
Aún así y progresivamente voy logrando estabilizar mi mente, poco a poco comienzo a focalizar la atención de mis pensamientos en ti, y ello me trae paz y serenidad. ¡Te añoro!, pues lo paso muy bien los momentos que estamos juntos (éste es uno de ellos), creo que eres única y valoro cada instante pasado a tu lado. Para mí, este momento lo estamos compartiendo aunque estemos en lugares diferentes, pues ¿qué es la inmortalidad? sino el recuerdo del legado dejado y los momentos compartidos.
En el exterior comienza a llover y el viento amaina, yo me siento bien, pensar en ti me reconforta y anima. Tarde de Otoño que avanza y con tu recuerdo mi seguridad se afianza.
Confío en tenerte siempre a mi lado, aunque yo no pueda verte, pues me das la energía que necesito para impulsar mi vida, la dosis necesaria de entusiasmo, sin el que vivir se hace más complicado.
Tarde de Otoño que acaba, y con ella mi inspiración para esta entrada.
Confío que os haya gustado y, como siempre, os mueva a reflexionar sobre la vida, los sentimientos y tantas otras cosas.
Querido amigo, efectivamente un estado por el cual todos hemos pasado, pero que se acentúa con el avance de la vida y la edad.
ResponderEliminarAlgunos lo definirían como las famosa crisis de los 40 o de los 50...Cosa que no comparto.
Para mi son momentos en la vida, de reflexión que recopilas sentimientos,sensaciones y pensamientos ya vividos o una combinación de estos que te hacen sentir así. Nada grabe...
Creo que estos momentos te ayudan a elevar tus niveles de sabiduría y la difícil misión de comprender el misterio de la vida.
Animo, un abrazo amigo.