Comienza un nuevo día, abres los ojos y piensas "sigo vivo", te levantas de la cama mentalizándote para afrontar todas las batallas que el día te traerá, y confiando en tener la fortaleza primero para ser capaz de afrontarlas y después deseando que éstas no sean demasiado complicadas y se resuelvan con bien.
Esa es la actitud, confiar en que si te esfuerzas la buena ventura te acompañará y solventarás todas las circunstancias de la jornada de manera positiva.
Tomar consciencia de la dureza y dificultad de la vida te prepara para afrontarla, enfrentarla y porqué no, disfrutarla cuando toque.
Momentos delicados vas a atravesar y muchos de ellos te angustiarán pero tú no te doblegarás, sufrirás y lucharás sin tregua pero seguirás avanzando, aunque a veces muy lentamente, soportando los avatares de cada situación complicada, encajando los golpes de la mejor manera posible sin rendirte, aprendiendo de cada caída y levantándote de nuevo dispuesto a continuar aferrado a la vida, esa vida efímera, frágil y volátil, que bien merece una oportunidad.
La noche llega y en pie continúas, un día más has vivido y eso te reconforta, algunos traspiés has dado, alguna lección aprendiste y buenos momentos también viviste.
Hora de acostarte a descansar, cierras los ojos y tu mente se aquieta, durante las próximas horas "no estás presente y consciente", el descanso del guerrero de la vida ha llegado, y tú lo disfrutas confiando que cuando vuelva a amanecer y comience un nuevo día, volverás a abrir los ojos dispuesto a luchar de nuevo con energías renovadas.
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