Continuamos por donde nos quedamos en la entrada anterior, ahora reflexionad sobre las siguientes preguntas y sus respuestas: ¿Estás preocupado?, ¿Sueles pensar mucho en lo que pasaría si...?. Entonces estás identificado con tu mente, que se proyecta en una imaginaria situación futura y genera miedo.
¿Estás acostumbrado a esperar? ¿Pasas buena parte de tu vida esperando?. Esperar a las próximas vacaciones, a tener un trabajo mejor, a que crezcan los niños, a triunfar. Es bastante común que la gente se pase toda la vida esperando para empezar a vivir, cuando la verdadera prosperidad es sentirse agradecido por el momento presente y por la plenitud de la vida "ahora mismo".
Puedes comenzar por tomar consciencia sobre tu cuerpo, pues lo que percibes como una estructura física densa llamada cuerpo, que está sujeta a la enfermedad, al envejecimiento y a la muerte, no es la realidad definitiva, no eres tú. Se trata de una percepción errónea de tu realidad esencial, que está más allá del nacimiento y de la muerte. Debajo de él está el cuerpo interno invisible, la puerta que nos da acceso al Ser, a la Vida No Manifestada.
El arte de ser consciente del cuerpo interno se va desarrollando hasta dar paso a una nueva forma de vivir, a un estado de conexión permanente con el Ser, y añadirá una profundidad a tu vida que no has conocido antes.
Por tanto, si habitas el cuerpo interno, el cuerpo externo envejecerá a un ritmo mucho más lento, y aunque lo haga, tu esencia intemporal brillará a través de la forma externa y no tendrás la apariencia de una persona mayor. Además, al habitar el cuerpo interno comenzarás a sentir la esencia divina de cada criatura, de cada flor, de cada piedra y te darás cuenta de que "todo lo que es, es sagrado".
Importante en este cambio de consciencia, y relacionado a su vez con "aparcar" a nuestro ego, es aprender a escuchar a los demás. Cuando escuches a otra persona no te limites a hacerlo con tu mente; escúchala con todo tu cuerpo. Y mientras escuchas, siente el campo energético de tu cuerpo interno. De esta manera estás dando espacio a la otra persona, espacio para ser. Es el regalo más precioso que le puedes dar. La mayoría de la gente no sabe escuchar porque casi toda su atención está ocupada por el pensamiento. Suelen prestar más atención a su propio pensamiento que a lo que la otra persona les está diciendo.
Si una persona no emana amor y alegría, presencia completa y apertura a todos los seres, no está iluminada. Otro indicador es cómo se comporta esa persona en situaciones difíciles o problemáticas, cuando las "cosas van mal". Si tu "iluminación" es una ilusión del ego, la vida pronto te pondrá pruebas que harán surgir tu inconsciencia: miedo, rabia, actitudes defensivas, juicios, depresión, etc.
Tener identidad de víctima es creer que el pasado tiene más fuerza que el presente, que es lo opuesto a la verdad. Es creer que otras personas, y lo que te hicieron, son responsables de quien eres ahora, de tu dolor emocional y de tu incapacidad de ser tú misma. La verdad es que el único poder existente está contenido en este momento: es el poder de tu presencia. Cuando lo sabes, también te das cuenta de que ahora mismo eres responsable de tu espacio interno "nadie más lo es" y de que el pasado no puede prevalecer ante el poder del ahora.
Y recuerda que la felicidad depende de que percibamos las situaciones o los estados como positivos, mientras que la paz interna no. Visto desde una perspectiva superior, las circunstancias no son ni positivas ni negativas. Son como son. Y cuando aceptas completamente lo que es puedes estar en paz, sentirás una profunda serenidad, una quietud. Esto es la emanación del Ser.
En cuanto se produce la aceptación, ocurre uno de los mayores milagros: el despertar del Ser-conciencia a través de algo aparentemente malo, la transmutación del sufrimiento en paz interna.
Y no olvides que en la vida hay fases de éxito en que las cosas vienen a ti y se desarrollan, y fases de fracaso en que las cosas se marchitan, se desintegran y tienes que dejarlas ir para que puedan surgir otras nuevas, o para que se produzca la transformación. Si, llegado a ese punto, te apegas y te resistes, te estás negando a seguir el flujo de la vida, y eso te hará sufrir.
- No ofrecer resistencia a la vida es estar
en un estado de gracia, tranquilidad y ligereza.
Para finalizar, si tu situación general es insatisfactoria o desagradable, separa este instante y ríndete a lo que es. Después observa las características específicas de la situación. Pregúntate: "¿Hay algo que pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla o apartarme de ella?". Si es así, emprende la acción apropiada. Pero no te centres en las cien cosas que vas a tener que hacer o que tal vez tengas que hacer en el futuro, sino en la única cosa que puedes hacer ahora. Y sobre todo, asegúrate de no empezar a proyectar "películas mentales" ni a proyectarte en el futuro, perdiendo de ese modo el ahora.
¡Alégrate!, porque todo lugar es aquí
y todo momento es ahora.
-Frase Budista-